Las muertas de Juarez

La impunidad continúa

domingo, diciembre 19, 2010

Marisela Escobedo Ortiz*


Por Jaime García Chávez

Había puesto mi pluma fuente en reposo. Había terminado el boceto de mi artículo dominical. Había reseñado las líneas que a mi juicio definen la reestructuración palaciega del PRI decidida por César Duarte a favor de un cenecista urbano cuyo nombre ya olvidé. Quería decirle a Chihuahua que este partido es una dependencia más del decadente aparato gubernamental, que es un remedo del viejo partido de estado, que lesionaba en el corazón al régimen de partidos, médula de un sistema democrático que se precie de tal.

En eso suena mi teléfono móvil y me llaga la noticia del homicidio de Marisela Escobedo Ortiz. La mamá de Rubí. Un sicario, ahora prófugo y en busca de cueva segura para la impunidad de un troglodita, la había matado a mansalva, aprovechando la nocturnidad, con todas las ventajas que tiene un criminal frente a una víctima inerme. Ella reclamaba justicia para su hija asesinada y encontró la muerte a unos cuantos centímetros de la puerta principal del Palacio de Gobierno, morada de un gobernador que concentra ya el desprecio de Chihuahua por demagogo, por cómplice de una guerra, por sus engaños, por sus falacias, por que malos la gran parte de los gobiernos que hemos tenido, ninguno tan mal en las goteras de su inauguración.

Confieso que con el dolor que me provocó el crimen, destrocé mi boceto inicial.

Todo me dolió. En ese momento se concentró mi indignación de testigo permanente de una violencia que no cesa y a todos nos amenaza, especialmente a la república y su gente. Cómo admitir que alguien que clama justicia por el homicidio de su hija encuentre la muerte, como la encontró impíamente la señora Marisela Escobedo Ortiz.

Todo me dolió: el cráneo, el radio, la tibia, las costillas, las orejas, las clavículas, la mandíbula, los dientes, el cerebro, el hueso de la risa, los pies, los muslos, los ojos, todos mis órganos, el pelo. Fue un dolor tan fuerte que ni siquiera lo produjo el más mínimo conocimiento de la víctima, porque me reveló que la víctima de esta violencia somos todos y especialmente los vulnerados por este sistema depredador: las mujeres, sus hijas.

Se trata de un homicidio emblemático. De un homicidio contra una madre que reclamaba justicia para su hija, que había tenido que realizar ella la indagatoria, que le había dicho al gobierno donde estaba el homicida. Marisela erogaba gran esfuerzo, era una Antígona doliente encarando al poder despótico. Emblemático por que sucede a las puertas del Palacio de Gobierno, por cuya parte trasera acostumbra entrar César Duarte rodeado de una nube de policías y militares fuertemente armados. Él se da ese privilegio, mientras el resto tenemos que andar toreando la violencia al hollar el umbral de las puertas de nuestras casas. Bien sabía quien definió los privilegios como una canonjía para unos cuantos y un desaliento para todos los demás. Bien lo sabía.

El emblema llamado Marisela Escobedo Ortiz me hizo recordar la poesía de Vallejo, el gran peruano que nos legó Los Heraldos Negros, que con el apoyo de unos cuantos compañeros y compañeras fijamos a las puertas del palacio de Duarte, un hombre con ínfulas de emperador.

Chihuahua está de luto, Chihuahua tiene está de pena. No debemos permitir que en nuestros corazones se pudra ese luto y esa pena. Tenemos que salir a la calle, como insurgentes. Este sistema con Calderón y Duarte a la cabeza significan el colapso y el agusanamiento de las instituciones. Es hora de la resistencia, de la rebelión, de demostrar que no los obedecemos por que no son nuestros representantes. Recuperemos nuestra soberanía para regenerar la república y así regenerar a Chihuahua.

Le pregunto a César Duarte, siguiendo un Pensamiento Despeinado: ¿hasta cuántos cadáveres está permitido equivocarse? Éste sí que es un problema más que jurídico para un gobierno colapsado.

*Artículo publicado en el diario Norte de Ciudad Juárez


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Crimen de Estado*


Por Antonio Flores Schroeder

Fue un crimen de Estado. El asesinato de la activista Marisela Escobedo, madre de Rubí, también victimada hace dos años, es un reflejo de la impunidad, ineficacia y la negligencia de todas nuestras autoridades.

Primero, porque el Ministerio Público no fue capaz de probar que Sergio Rafael Barraza mató a la jovencita, pese a que éste había confesado el crimen; segundo, porque los jueces del Tribunal Oral, Catalina Ochoa Contreras, Netzahualcóyotl Zúñiga Vázquez y Rafael Boudid, lo dejaron libre al considerar que la declaración autoinculpatoria y la de los testigos fueron insuficientes para demostrar su responsabilidad; y tercero, porque Marisela Escobedo denunció públicamente que fue amenazada y la Fiscalía General del Estado no hizo algo que pudiera evitar el atentado.

Pero el problema va mucho más allá. No sólo es el Ministerio Público y los tres jueces quienes deberían ser metidos a la cárcel por esta tragedia. Es inadmisible que el ahora fiscal general de la Zona Norte, Jorge González Nicolás, haya sido el jefe de la Defensoría Penal Pública y uno de los principales impulsores de la versión de que Barraza era inocente. Ahora es su persecutor. Debería ser removido de su cargo inmediatamente.

Algunas de las preguntas obligatorias que surgen ante este caso son ¿por qué los criminales pueden actuar con ese grado de impunidad frente a las propias puertas de Palacio de Gobierno?, ¿dónde se encontraban en ese momento los policías asignados para la seguridad del inmueble en donde despacha el gobernador César Duarte?, ¿quiénes eran los más interesados en que las protestas de Marisela Escobedo se callaran para siempre?, ¿fue una simple acción desestabilizadora del crimen organizado contra el gobierno?

Hasta hoy no hay respuestas. La Fiscalía sólo cuenta con un video y un retrato hablado del hombre que terminó con la vida de la activista. Prácticamente el titular de la dependencia encargada de procurar la justicia en Chihuahua, Carlos Manuel Salas, admite que la única línea que existe hasta hoy es la investigación que tuvo que realizar Escobedo ante la incapacidad oficial para dar con el paradero de Sergio Rafael Barraza.

¿Cómo es posible que un ciudadano tenga que indagar los asuntos que le competen sólo al gobierno?, ¿por qué tenemos ese grado de ingobernabilidad en Chihuahua?, ¿por qué la Fiscalía dejó sola a la mamá de Rubí a sabiendas de que esto podría ocurrir?

Es inimaginable el daño causado a la pequeña Heiry, hija y nieta de las victimadas. Hoy a sus dos años se convirtió en una doble víctima y le espera un futuro incierto. ¿Tendrán conciencia el Ministerio Público, los tres jueces y el fiscal de la Zona Norte de esta catástrofe familiar y social?

La tragedia de Marisela es una herida más para nuestra ciudad, que el gobierno pudo evitar y que nos muestra de nueva cuenta la vulnerabilidad a la que todos estamos expuestos.

Más irresponsabilidades

En las últimas horas familiares de Escobedo habían sido amenazados y nadie hizo nada. Ayer, justo cuando los familiares y activistas velaban su cuerpo, un comando llegó hasta una mueblería propiedad del esposo de Marisela y ?levantó? a otro familiar antes de rociar con gasolina el negocio, y prenderle fuego.

¿Por qué la Fiscalía no asignó vigilancia especial a toda la familia si sabía que estaba amenazada?, ¿de qué se trata todo esto señor gobierno?, ¿por qué tanta ineficacia, impunidad y negligencia en este asunto?

Fue hasta después del atentado que la Policía Estatal reaccionó y puso casi en estado de sitio la funeraria en donde la tristeza y el dolor no podían ser peores.

Hoy como en el sexenio de Patricio Martínez, la impunidad y las agresiones contra las organizaciones sociales, despiertan y se proclaman victoriosas en un estado en el que la ley y la justicia no existen desde hace tiempo.Así que esta Navidad Juárez no tiene nada que festejar.


*Artículo publicado en el diario Norte de Ciudad Juárez el 19 de diciembre de 2010

viernes, diciembre 17, 2010

Asesinan a madre de Rubí frente
a las puertas del Palacio de Gobierno


RICARDO ESPINOZA / Norte / Redacción

Chihuahua.- Marisela Escobedo Ortiz, madre de Rubí Marisol Frayre Escobedo, fue asesinada anoche a las puertas del Palacio de Gobierno, de un balazo en la cabeza luego de haber realizado una marcha de protesta en demanda de la detención del asesino de su hija.
Los primeros datos que surgieron del caso, señalan que un comando de tres sujetos encapuchados llegó a bordo de un auto Nissan, Tsuru, hasta donde se encontraba la señora Marisela Escobedo Ortiz, disparando en su contra, logrando herirla en la cabeza y dándose a la fuga tras disparar, sin embargo la información dada más tarde por la Fiscalía General señaló que fue un sujeto el que llegó hasta donde estaba la señora y tras discutir le disparó.
Carlos Mario Jiménez, Fiscal General de la Zona Centro, indicó que el supuesto homicida, llegó a la Plaza Hidalgo acompañado de otros dos sujetos, pero luego de intercambiar palabras se generó una discusión y luego vino el disparo en contra de la víctima.
Marisela Escobedo corrió hacia Palacio de Gobierno, pero cayó en la banqueta frente a la puerta principal del edificio ubicado sobre la calle Aldama, en el centro de la capital.
La señora fue auxiliada en primera instancia por un hermano suyo que se encontraba acompañándola.
Herida de gravedad, la señora Marisela Escobedo fue llevada con vida en ambulancia al Hospital Christus Muguerza, donde luego de unos minutos perdió la vida.
En el lugar de los hechos quedaron dos casquillos percutidos, de una pistola calibre 9 milímetros, así como una ojiva.
Existen elementos que pueden ayudar a esclarecer el asesinato, como es la grabación de las cámaras de vigilancia que muestran al sujeto que se acerca a la víctima, la discusión entre ambos y luego la agresión con arma de fuego.
Marisela Escobedo tenía una semana en Chihuahua donde realizaba una protesta reclamando la detención del homicida de su hija, Sergio Barraza, quien se encuentra prófugo, luego de haber sido sentenciado en ausencia a prisión, en un segundo juicio en su contra.
La señora Escobedo Ortiz acompañada de varios familiares, había realizado una marcha exigiendo justicia por el asesinato de su hija y reclamando la detención del homicida de Rubí Marisol, por lo que llegó hasta Palacio de Gobierno donde fue atacada.

La había amenazado
el pasado miércoles

El pasado miércoles, la señora había denunciado amenazas hechas en su contra.
Así mismo, el Fiscal de la Zona Centro señaló que hay cuatro testigos del homicidio, quienes dieron las características del asesino, quien vestía pantalón de mezclilla, camisa larga blanca sin fajar y luciendo aspecto cholo.
Los dos acompañantes del homicida huyeron del lugar a pie, en tanto que el atacante subió a un auto que lo esperaba en la calle para perderse a bordo del vehículo.

Exigió justicia
en las calles

Durante los primeros quince días de abril de este año Marisela Escobedo inició varias protestas en las calles de Juárez para presionar a los jueces de tribunal oral, Catalina Ochoa Contreras, Netzahualcóyotl Zúñiga Vázquez y Rafael Boudib, para que dictaran la máxima pena contra el asesino de su hija, quien previamente había confesado ante el Ministerio Público el crimen.
Con un letrero atado en la espalda en donde se leía “Sergio R. Barraza. 25 años. Asesino. Pena máxima”, Escobedo caminó desde las instalaciones de la Subprocuraduría estatal hasta la Ciudad Judicial, en demanda de que se imponga la sanción más severa al presunto responsable del crimen de Rubí Marisol.

¡Absolvieron al asesino
pese a su confesión!

El 29 de abril la jueza Catalina Ochoa cimbró a los juarenses al decir que “el Tribunal absuelve por unanimidad a Sergio Rafael Barraza Bocanegra”.
“¡No! ¿Y mi hija, señora?”, gritó inmediatamente Escobedo.
Tras oír el pronunciamiento de la presidenta del Tribunal, Escobedo Ortiz saltó de su lugar para reclamar la injusticia, sin embargo, fue detenida por los oficiales de la Policía Procesal, mientras que el hombre juzgado era retirado a toda prisa del estrado de los acusados.
La estremecedora acción de la madre de familia provocó que en un primer instante los jueces permanecieran inmóviles y luego salieran prácticamente corriendo hacia una oficina contigua a la Sala de Audiencias.

Libre desde el
30 de abril

Sergio Rafael Barraza Bocanegra, después de haber sido indultado del homicidio y destrucción del cuerpo de la menor Rubí Marisol Frayre Escobedo, recobró su libertad el 30 de abril de 2010.
Con autorización de su defensa, el hombre fue dejado en libertad horas después de la resolución judicial, emitida alrededor de las dos de la tarde del jueves pasado, pues se temía por su integridad física ante la reacción de los familiares de la víctima tras el veredicto.
La defensa explicó que se le recomendó a Barraza Bocanegra dejar de inmediato la ciudad.
Además, el abogado defensor explicó que previo al juicio oral se le ofreció a la Fiscalía Especial para la Investigaciones de Homicidios de Mujeres que Barraza Bocanegra fuera sentenciado a través de un procedimiento abreviado en el cual Sergio estaba dispuesto a aceptar su responsabilidad penal en el crimen y a recibir una pena de 20 años de cárcel.

Revocaron libertad
del homicida

El 20 de mayo de 2010 el Tribunal Colegiado integrado por tres magistrados anuló por unanimidad la sentencia absolutoria a favor de Sergio Barraza Bocanegra, acusado de matar a su concubina Rubí Marisol Frayre Escobedo y la reemplazó por una condenatoria y ordenó la integración de otro Tribunal de Juicio Oral con la instrucción de individualizar la pena entre 30 y 60 años de prisión.
El magistrado Vázquez Quintero fue el encargado de darle lectura a la resolución y por más de dos horas desacreditó acremente todos los puntos resolutivos de la sentencia absolutoria emitida por los jueces orales y le dio total validez a los agravios presentados por el Ministerio Público.
Vázquez Quintero utilizó una serie de adjetivos durante la lectura para expresar el sentir del Tribunal de Casación y en todo momento dijo que el Tribunal de Juicio Oral emitió una resolución, incorrecta, indebida y sin fundamento en donde no sólo denota una valoración titubeante sino un razonamiento incongruente e insólito que concluyen equivocadamente.
En cambio, el Tribunal de Casación consideró que el Ministerio Público tuvo razón en cada uno de sus agravios.

La protesta frente
a Palacio de Gobierno

Marisela Escobedo inició la manifestación frente a Palacio de Gobierno el 17 de agosto de este año para pedir le fueran cubiertos los gastos que hizo hasta Zacatecas en la búsqueda del asesino de su hija.
Afirmó en esa fecha que al gobierno “no le estamos pidiendo de más, ni estamos lucrando; no pedimos regalado absolutamente nada, simplemente estamos haciendo el trabajo que ellos no hacen, no pido nada que no tenga razón”.
“Estoy haciendo el trabajo que ellos no hacen”, añadió.
Aseguró que tuvo que invertir el dinero de su jubilación para poder solventar los gastos durante los 30 días que permaneció en Zacatecas, donde “localicé a Sergio Barraza y lo dejaron ir”.
En la Plaza Hidalgo, frente a Palacio de Gobierno, instaló lonas donde aparecían los tres jueces del Tribunal Oral que decretaron la libertad de Sergio Barraza con orejas de burro y calificándolos de basura.
“Uno es error humano, tres es animalada”, rezaba la lona, en tanto que en otra apareció un cartel de recompensa de 250 mil pesos por Sergio Barraza y en otra se incluyen fotos de su hija Rubí con el lema “Rubí tenía derecho a la vida”.

¿Cuáles fueron los
jueces involucrados?

Como se recordará los jueces de Tribunal Oral, Catalina Ochoa Contreras, Netzahualcóyotl Zúñiga Vázquez y Rafael Boudib, consideraron que la declaración autoinculpatoria de Barraza Bocanegra y las de los testigos fueron insuficientes para demostrar su responsabilidad, por lo que bajo esta ‘duda razonable’ les permitió dictar una sentencia absolutoria.
Luego vendría el juicio de casación, donde se le declaró culpable del homicidio, sin embargo, ya había huido y desde entonces se encuentra prófugo de la justicia.


*NOTA PUBLICADA EN NORTE DE JUAREZ